Ese día se despojó de todo. Primero de su cuerpo y después de sus palabras. Él le preguntó y ella lo dijo, después tantas idas y vueltas, encuentros y desencuentros, lo dijo.
Sus caras cambiaron, la mirada de ella contenía las lágrimas, la de él se había vuelto fría y preocupada.
Las sábanas seguían revueltas, los suspiros se habían fugado, las palabras marcaban el comienzo (y el fin) de un capítulo.
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