lunes, 25 de marzo de 2019

El otoño

El otoño está detrás de la ventana.
El atardecer se aproxima firme, se estira abarcando el cielo y la ciudad lentamente.
La gata entra a la habitación. Ha dejado atrás su estadía continua y veraniega en el jardín. 
Ella es una flor más, centrada alrededor del vaivén cotidiano. 
Duerme en sintonía con los rayos de sol que despacio se arrinconaron y huyeron por la esquina sur del patio.

Siento el latir continuo de mi corazón. 
Su palpitar acelerado dándole calor a mi cuerpo. 

Los pensamientos de mi mente se aproximan raudos.
No tienen contemplación o benevolencia hacia mi accionar. 
Llegan a medir, a observar, a juzgar y a opinar qué hecho y de qué modo. 
Se agitan dando la alternativa correcta a determinada situación
que ya ha quedado atrás, sólo hace unas horas. 
Sienten la frescura de esa nueva situación, se nutren de deberías.
Me ahogan.

Para liberarme, escribo. Estando atenta, soltando suspiros de aire retenido.
El aliento cálido. El silencio de la habitación. El viento en la lejanía. Las ventanas cerradas, alejando el ruido, nutriendo el silencio.

 Que efímera es la vida. Todo cambia continuamente. 
A veces lo percibimos, otras no. 

Cómo hacer para... tal vez no haya que hacer.
El testigo interno, la contemplación continuan vivos dentro de mí.
La fuerza vital nos obliga a despertar cada día. 
Si la vida confía en mí, cómo no voy a confiar en ella.
Gratitud. 

Bel Vaucelles.




Roble de Ciudad Evita, Buenos Aires. Sábado 23 de Marzo 2019.


 

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