jueves, 27 de noviembre de 2014

Pasear

Durante su crecimiento, el ser humano necesita pasear de un polo a otro. En ocasiones es bueno estar completamente solo: necesitas tu propio espacio, necesitas olvidarte del mundo, y ser tú mismo. El otro está ausente para que tú no tengas límites a tu alrededor. El otro es el que crea tu límite, de lo contrario eres infinito.

Al vivir con otras personas, al vivir en el mundo, en la sociedad, poco a poco empiezas a sentirte confinado, limitado, como si tuvieras muros a tu alrededor. Se convierte en un encarcelamiento sutil, y necesitas salir de ahí. En ocasiones necesitas estar completamente solo para que desaparezcan todos los límites, como si el otro no existiera en absoluto, y todo el universo y todo el cielo existiera solo para ti.

En ese momento de soledad uno se da cuenta por primera vez de qué es lo infinito. Pero si vives ahí demasiado tiempo, poco a poco, lo infinito te aburre, se vuelve insulso. Hay pureza y silencio, pero no hay éxtasis. El éxtasis proviene siempre de la otra persona. Entonces empiezas a sentirte hambriento de amor, y quieres escapar de esta soledad, de ese espacio inmenso. Quieres un lugar acogedor en el que estés rodeado por los demás para poder olvidarte de ti mismo. Esos son los dos polos básicos de la vida: el amor y la meditación.




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