Tengo una amiga que está viajando por Latinoamérica y escribió una nota para el siguiente blog: seguirviajando. Me dijo que le vendría muy bien que publique su nota así que acá está,
Pienso
que podría ser un original comienzo explicar que los pueblitos están
hechos para dejarse perder, en las calles que suben y bajan, dan la
vuelta o llegan a un cerro donde se mezclan vacas, gallinas, palmeras,
eucaliptos, pinos, formando una variada paleta de colores verdes.
Había leído en algún lado que Sorata y Coroico
eran “rivales” entre los destinos elegidos por los viajeros, así que
opté por el primero, ya que no se alejaba tanto de mi ruta. Sorata está
aproximadamente a 3 horas de La Paz,
a 2.697 m.s.n.m luego de un largo y hermoso camino sinuoso que va por
la montaña. A los pies de este pueblo se encuentra el nevado Illampu,
(6.362 mts) cuando deja verse. El clima en este lugar es cálido y
variado por encontrarse más cerca del trópico de Bolivia (Rurrenabaque).
El mercado se encuentra en la calle, ya que están construyendo uno
nuevo y más grande; aún así alrededor de la plaza se encuentran puestos
de frutas, verduras, diversas comidas, artículos de librería y api
morado que se sirve caliente y es la mejor elección en una fría
tarde. Me llamó la atención que siendo pequeño, haya un restaurante con
platos vegetarianos y no típicos como pizza, pastas y panqueques.
Hay 2 plazas, la principal abre sólo
sábados y domingos, tiene un estanque con peces naranjas y blancos,
fuentes de agua y una estatua con luces que van cambiando los colores.
Los nenes juegan, se acercan curiosos a preguntarme: ¿de dónde viene? y
paso la tarde charlando con los simpáticos y amables lugareños.
Luego de una larga caminata de casi 12
km, llegué a la Gruta de San Pedro, una caverna de aproximadamente 400
mts de profundidad con una laguna de agua transparente que se cruza en
un bote a pedal, donde viven murciélagos que no representan ningún
peligro para los humanos cuando son
iluminados por la linterna del guía.
El río es otra aventura, rápido y
correntoso no es para bañarse, sí puede cruzarse por puentes naturales
de troncos y un puente colgante, pero no hay mucha orilla para quedarse.
Los atardeceres y amaneceres fueron un
espectáculo para mis ojos: entre nubes que se van cerrando, las montañas
desaparecen haciendo que parezca y aparezca otro lugar.