Detalles, sorpresas, perlitas de la vida cotidiana que deseo compartir con quienes lleguen hasta este puerto. BienVenid@ a un nuevo horizonte...
jueves, 28 de mayo de 2015
Las nuevas brujas
"Sí, pasa que vivo en el limbo entre la mujer y la nada. Hay un abismo, una brecha que ni la más alta pértiga podría atravesar, entre una nacida para ser madre (esto es: una mujer) y esta misma con su ‘objetivo de vida’ cumplido. La que no llega al otro lado, se precipita vertiginosamente y nadie, la puede salvar. Bueno sí, papeles médicos que dictaminen que ella quería pero que ‘uno de los dos’ no podía. La Yerma (le tomo el nombre a Belén García Abia) se salva. Es una ‘pobrecita’. El resto, ángeles caídos a los que ninguna jovencita ha de escuchar.
(...)
Esto no puede ser más. Mi cuestionamiento hacia la maternidad no hubiera sido tan desolado y tan duro si hubiera tenido referentes de mujeres no-madres (es increíble que tengamos que seguir el sesgo que ellos nos dictan para calificarnos y clasificarnos) felices de su no-maternidad, e incluso, que ni tuvieran que hablar de la no-maternidad como ‘esa opción’, sino como algo más, algo más como ahora puede parecerle a una veinteañera ir a la universidad a estudiar. Pero sé que este paso es algo que nos toca dar a nosotras, como antes fueron las primeras universitarias. Por ello necesito afirmar que no, no ser madre, no te hace menos sensible al mundo, ni no tener problemas ‘reales’. De hecho, hace poco comentaba en mi muro de FB personal, que una mujer que es madre desconoce cómo es no serlo. Que una piensa que sabe todo de la vida sin hijxs porque estuvo unos años sin ser madre, pero una no sabe lo que es vivir la experiencia completa de no ser madre nunca jamás (algunas creo que consiguen tener hijxs y no vestirse de madre, pero son sujetos a estudio). Y no voy a entrar en el absurdo debate de si a las no-madres nos ven mejor que a las madres o al revés, porque sería de nuevo, tenernos liadas entre nosotras mientras los que han creado este binomio cruel se rascan la barriga viendo un partido de fútbol. Especialmente porque ambas partes podemos convenir que hagamos lo que hagamos nunca es suficiente.
(...)
Sin duda aseguro que traer una criatura a este mundo para averiguar ‘cuál generosa puedes llegar a ser’ no es buena idea. Aliento a practicar la generosidad (la que quiera, que desde pequeñas siempre nos enseñan a ser demasiado generosas con lxs demás y muy hurañas con nosotras mismas) independientemente del traje de madre. De hecho el mundo iría mucho mejor, o se estropearía a menos velocidad, si las personas se ocuparan de practicar el mimo con mayor asiduidad independientemente de si el otro ser es fruto de su esperma u óvulo.
(...)
Hay un montón de misticismo en torno a vestirse de mamá. Y lo sé bien. Lo sé muy bien porque yo he acompañado a mujer a vestirse de madre. Y es un momento que carece de verbo porque nos han arrebatado las palabras inapropiadas del vocabulario propicio para tal momento. Es toda una experiencia y ojalá hubiera un ritual en esta cultura que señalara que se trata de un vestido (que se pone y se quita) en lugar de una condición natural (por eso de tener rajita). Y además del misticismo hay mucha charlatanería, mucha frase trillada, mucho eslogan barato que nos meten por esa misma rajita (esto lo he aprendido con el libro de Belén García Abia) para acabar trayendo más mano de obra a este sistema.
(...)
Pues, cada vez hay más mujeres desobedientes. Cada vez somos más las que no engendramos. Las que, como ya hicieran las religiosas siglos atrás, optamos por entregar nuestro cuerpo (la mente también es cuerpo) a otros quéhaceres. Y estos, por mucho que nos hagan mala propaganda para que no se les acabe el chollo de la fábrica de bebés, en muchos casos son quéhaceres nobles (y también bastardos, porque nos gusta tocarnos el jopo a menudo, como a cualquiera). Pero vamos, que aunque nunca fueran nobles, son cosas válidas, que aportan al mundo más allá de la fuerza de trabajo de un nuevo cuerpecito al que explotar. Quizás algunas traigamos la revolución en nuestras bragas y, a tientas, la vamos engendrando para que esta semilla se expanda y podamos ir más allá de ‘nuestro destino de mujer’. Quizás así podamos elegir vestirnos de madre, o elegir qué modelo de madre vestir o traer hijxs al mundo para ellxs mismxs, o vestirnos de madre y no traer hijxs, o ni vestirnos ni traer humanos y traer palabras y tejer sueños y dinamitar estadios y… ¿Quién sabe lo que estas locas arpías sin hijxs son capaces de hacer?"
Para leer el artículo completo hacer click aquí: Erika Irusta
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es genial! Está muy bueno cómo desata nudos/hechizos (y no de los buenos je)...
ResponderEliminarsí, nos abre los ojos a nuevas miradas posibles... a comprender
Eliminar