Os diré una cosa, tened cerca a una mujer no-madre y observarla. Tenedla
cerca y mirad lo que se cuece en ese cuerpo que engendra algo que ni es
carne ni es hueso. Observadla, más cerca. Más. Porque ella es presente y
es futuro. Mirad sus heridas. Atended a su silencio. Ella tiene un
huracán en el pecho en donde busca la palabra prohibida que pueda
decirla sin complejos, sin vergüenzas, sin mentiras. Aquella que la
devuelva, sana y salva, a casa, a casa, a casa. Erika Irusta
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