miércoles, 27 de abril de 2016

Día de miércoles


Estaba en la cresta de la ola, creyendo en la vida, que es genial, que puedo ser feliz, donde encuentro un bar en el que hacen buen café y las facturas son sabrosas... disfrutando de ese momento, cuando vi como atropellaban a una mujer. Gracias a D!os y María, el colectivo NO la mató...

Son momentos en que todo se congela, son momentos que están compuestos de más segundo, más emociones, más desesperanza. Intenté marcar un número de teléfono para pedir una ambulancia, pero no sabía el correcto. Son momentos donde me sorprende que la tierra siga girando, que un transeúnte saque una foto con su celular. Son momentos en que no comprendo la vida porque me sorprendió el dobladillo o la cercanía de la muerte...

Llegó primero la policía y la ambulancia habrá tardado 10 minutos, no sé, para mí fue una hora. Y yo NO era la que estaba tirada en el asfalto... Recé por esa señora y por el chofer, para que María los amparara, los aliviara, los protegiera...

Pasé el resto del día pensando en el episodio y haciendo un análisis de por qué ser testigo de semejante hecho... no hay respuesta, fui eso, una observadora de otra experiencia más en esta ciudad enorme; donde se prioriza la "seguridad/inseguridad" antes que a la salud.

La ola me llevó a tocar la arena del fondo del mar, que al parecer es la más áspera hoy...

Libro que estoy leyendo actualmente y amo.




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