(...) Esas que pese a que intentas hacer mil cosas para que desaparezcan, no se van ni con agua hirviendo. Tratas de sonreír todo el día como te dicen las citas de las redes sociales, y no funciona. Tratas de darles la vuelta y convertirlas en algo positivo, y no funciona. Tratas de ignorarlas y hacer igualmente lo que quieres hacer, y no funciona. Tratas de contárselas a todo el mundo para ver si se exorcizan al salir en forma de palabras, y tampoco funciona.
Leí en alguna parte que Bergman había dicho, al comentar su método de trabajo y su constancia y compromiso con la escritura, que puedes utilizar tus demonios para abrirte paso en la vida hacia las cosas que quieres en vez de dejar que te destruyan.
Esa es una elección. No transformarlos, ni ignorarlos, ni nublarlos (con drogas, sustitutos de cualquier tipo o actividad frenética) sino verlos, como son, reconocerlos y usarlos como impulso a la hora de crear, producir o trabajar(...)".
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