Como metáfora, la investidura es símbolo de una “alteración de hábitos”:
el individuo acepta resignar su vida personal a favor de cumplir un
servicio a la vida social. El “cambio de ropa” (o “de nombre”) como transformación de la identidad.
Simboliza la entrega a una vida que tiene su centro “en algo más
importante y trascendente que yo mismo”. Aceptar la investidura implica,
por lo tanto, un acto de generosa humildad: mis actos ya no se orientan
a confirmar mi imagen personal, sino a cumplir con el rol que
represento en la comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario