El que tiene hambre de cariño y no puede saciarla,
manifiesta este afán en el aspecto corporal en forma de
hambre de golosinas. El hambre de golosinas siempre expresa
un hambre de cariño no saciada. Queda patente el doble
significado que se atribuye a lo dulce: cuando de una chica
guapa decimos que es un bombón y que está para comérsela. El
amor y lo dulce tienen una estrecha relación. El deseo de
golosinas en los niños es claro indicio de que no se sienten
lo bastante amados. Los padres suelen protestar de semejante
imputación diciendo que ellos «harían cualquier cosa por su
hijo». Pero «hacer cualquier cosa» no es forzosamente lo
mismo que «amar». El que come caramelos anhela amor y
seguridad. Es más fiable esta regla que la valoración de la
propia capacidad de amar. También hay padres que atiborran
de golosinas a sus hijos, con lo que indican que no están
dispuestos a ofrecer amor a sus hijos, por lo que tratan de
compensarles de otro modo. Lirbo: La enfermedad como camino. Link: http://www.cepvi.com/libros/enfermedad/camino.shtml
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