Ese lado
femenino celebratorio del hogar, de la cocina, preocupado por delicadezas, me era
ajeno. Nunca lo había apreciado por considerarlo un símbolo de la servidumbre femenina
a los deseos de los hombres. Viendo a mi prima comprendí cuan seductoras podían
ser estas
artes, lo agradable que hacían la vida de los demás y las satisfacciones que
una podía derivar
del placer ajeno.
Gioconda Belli
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