Ayer mientras viajaba en el 24, soñaba despierta que estaba parada mirando el mar desde la entrada trasera de una hermosa casa.
Todo empezó porque las ventanas estaban abiertas y el viento me acariciaba la piel. Así, sin más, ese viento cálido y amable me trasladó a orillas de un mar brillante de Sol.
La sensación fue tan nítido y palpable que se me dibujó una sonrisa.
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