Ella quería hacer algo distinto hoy. Ver el río oscuro que bordea su ciudad.
Esa sombra lejana, inconmensurable, que la rodea pero está escondida por edificios y asfalto.
Que la creatividad la desborde, llenando de música su habitación.
Dándole vida al violín, a la guitarra.
Que las cuerdas vibren y que pueda traducir sus palabras a través de ellas o con ellas.
Dejar de ver continuamente el celular, las redes sociales, vacías de sentido.
Como si sorbieran la vida de quienes debieran vivirla.
Sentirse plena mirando el cielo, los pájaros, sintiéndose protagonista de su vida.
En la escuela se ve empujada a ese papel. Sí o sí, haciendo lo mejor posible, intentando, probando, siguiendo a adelante con lo que tiene, con lo que hay. Sintiendo la inseguridad de lo que dice, y el desgano de sus alumnos.
Ella ve las imágenes, los vídeos de otras personas viviendo su vida, mirando el río, fotos con sus hijas e hijos, publicando sus instantes. Primero en una red social y luego, en la otra y también en los estados de las mismas.
Ella desinstaló una red social, sólo duró unas horas sin ella. Pensó que así se sentiría menos atada a la pantalla, que haría todo lo que no hace, tocar su violín , su guitarra, grabar algo. Como ve que hacen tantos youtubers que muesran análisis de piezas musicales.
Sin embargo, no lo logra. El feriado pareciera que tuviera que ser más productivo porque es lo que el sistema siempre anda pidiendo.
Últimamente está asustada del desastre ecológico que continuamente se anuncia y piensa a dónde irán los preservativos usados. Empresas enriqueciéndose y nosotros haciendo nuestro esfuerzo por reutilizar, reciclar y reducir.
Gracias que no la atrapa la depresión, que no está entre sus garras. Sigue con lo que hay, con lo que tiene o escribiendo palabras que la vacíen. Un poco de desahogo. Tampoco hay un barullo mental, sino que es una vía de escape, para aclararse, ver que hay dentro de sí misma.
Bel Vaucelles.
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