lunes, 22 de julio de 2019

Nublada

Necesita sentir benevolencia y compasión.

Siente cansancio e irritabilidad. Lunes y jueves viene a una mujer a limpiar la casa. Gracias a éso, ella no tiene que limpiar el baño, su habitación o la cocina. Y sin embargo, le cuesta moverse alrededor de esa presencia.
Hoy se sintió agobiada por la presencia, por no poder tener sus tiempos, la libertad para moverse por su casa. Porque parece que siempre hay que andar de puntillas y con una sonrisa pegada en la cara. Que las respuestas siempre sean consideradas y amables.

La cansa escuchar todos los domingo al almuerzo la perorata de su tío sobre la alimentación, el veneno que son las harinas mientras él se la pasa comiendo quesos, crema, leche como si los lácteos fueran una bendición. Todos enredos insignificantes de una clase media.

Comenzó el receso invernal y le gustaría tener algún plan, que los días tuvieran algo especial.

El día del amigo le hace sentir que no tiene amigos, una estafa.

Le gustaría haber almorzado, sentirse más libre de andar, de decir, de comer.

Ve como su madre se encadena a una dieta de castigo y culpa. Sumado a su dramatismo cotidiano con la idea de volver a su trabajo y la organización de la casa.

No puede gritar, no sabe qué decir. Siente que se ahoga. Pero cuando todo a su alrededor en su casa le molesta, sabe que no son los otros sino que es ella misma.

¿Qué necesita? ¿Qué le falta? Espacio, servicio, ayudar a otros para tomar dimensión de todo lo que se la ha sido dado, sus privilegios y bendiciones.

Anoche no cenó. Además del almuerzo, tuvo doble turno con el discurso de su tío también en la merienda. La tormenta hizo que se quedara en la casa todo el día. Comió demasiado queso y le dolió el estómago.

Tiene que aflojar con tanta queja y vuelvo a escribir: ver sus privilegios y bendiciones. Sentir
compasión y ser benévola con los demás hará que también lo sea consigo misma.





No hay comentarios:

Publicar un comentario