Le doy mucho peso a las palabras, quizás demasiado. Estudio una carrera donde el saber y el palabrerío (el chamuyo) se entremezclan.
La docencia estimula obligatoriamente el uso de la voz. Hay que "llenar" dos horas de clase en el nivel terciario. Hay docentes que hablan a ritmo ligero y otros, que miden sus palabras y las van eligiendo con cuidado. Me hartan las clases que son sólo autoreferenciales de alumnos y del docente. A esta altura del año, pocas son las clases que siguen teniendo contenidos. Es cierto que se nota el cansacio de fin de año pero mi exigencia hacia el ámbito académico, pide que en las clases suceda algo aunque sea un juego como "el cadaver exquisito".
Autora de la foto: Xin Li |
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