Si no fuera docente, habría una parte de mi personalidad que no existiría, que no estaría floreciendo en mi vida adulta. Porque la sensación al dar clases, al ser parte de la historia de una niña o un niño, con el poder y la responsabilidad que ello conlleva da una sensación poderosa e incomparable. Gracias le doy a la vida ( al Cielo , al Universo, a la Creación) porque me dio la confianza para traspasar los desafíos que ella misma me trajo y para acercarme a ser la mejor versión de mi misma y a la posibilidad de seguir aprendiendo.
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