Ahora sigo haciendo trastadas,pero mi táctica ha variado un poco;
en lugar de negarlo,no me importa declararlo a los cuatro vientos.
Y no es para poner a prueba la autoridad de los demás,
sino que,se lo dedico esa vocecita interior que siempre está juzgando
si hago bien o mal esto o aquello,si soy mejor o peor,si me quieren o me dejan de querer...
A veces se sonroja con mis atrevimientos,pero juraría que en alguna ocasión,
he sentido que se congratula conmigo.
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