Y el
verano, siempre, el verano de las vacaciones, la libertad de los juegos, el
tiempo solamente de ellos, para ellos, sin horario ni campana para entrar a
clase, el olor del verano en el aire caliente de las tardes y las noches, en las
caras sudadas después de ganar o perder o pelearse o correr, de reírse y a veces
de llorar pero siempre juntos, siempre libres, dueños de su mundo de barriletes
y pelotas y esquinas y veredas.
Deshoras - Julio Cortázar
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