En Buenos Aires, soplan vientos otoñales y ayer llovió copiosamente.
Las imágenes que deseamos encontrar son la calidez del hogar, la mesa servida con una sopa humeante en un plato hondo, el chocolate caliente (o el submarino, como le decimos los porteños), la cama cobijada por las sábanas para acurrucarse con el ser amado.. pareciera que el invierno ha empezado hoy...
Mirando los árboles despojados de sus hojas, deseo que me trasmitan toda su calma... esa vitalidad interna que repliegan obligados humildemente por el viento, la lluvia, los autos, el aire, el ruido... Admiro su tranquilidad e intento sentirme enraizada a la tierra con mis propios pies, raíces móviles que me trasmiten el pulso vital del planeta.
La Tierra con sus superpoderes de transformación, transmutación, receptividad... siempre predispuesta para renovarse y consensuar, sosteniéndonos...
De la tierra venimos y hacia la tierra vamos...
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