jueves, 11 de junio de 2015

Cuento


"(...) Finalmente, por casualidad o divino capricho, un tren le dio la luz, por eso Florencia creía que el mejor sistema para viajar era la lentitud, la posibilidad de demorarse manteniendo el rumbo, como en una tranquila meditación.

(...)Mientras el tren se alistaba en la plataforma, saco un cigarrillo de su abrigo rojo, pero no lograba encontrar el encendedor. Nada qué hacer, lo había olvidado. Miró al cielo en una reacción automática por preguntarse en qué lugar de su ordenado caos podría estar; estaba muy azul y despejado, “tanto tiempo sin mirar al cielo”, suspiró.

(...)Sonreía, le sonreía a ella. ¿Cuántas posibilidades caben en una mirada? Las posibilidades se entremezclan a la velocidad de la luz como imágenes, como futuros que se extinguen al segundo de ser concebidos. Dos desconocidos sosteniendo la mirada, era como un juego. ¿Quién se rendiría primero? El menos inocente quizá, pues contempla la magnitud del juego y sabe que un par de pupilas hambrientas desean adivinar la vida del otro, la edad de su iris, las historias de sus retinas.

Para leer el cuento completo hacer click: carolinachavate


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