martes, 26 de noviembre de 2024

Siddhartha Gautama - BUDA - El iluminado, el despierto

 Desde su balcón llega el sonido de un piano y un cantor, ¿de tango? ¿Hay algo más porteño que Buenos Aires con su humedad y en donde los acordes de una zamba cruzan la calle empedrada para llegar a sus oídos?

La mente llena de bullicio, ¿imparable? Para éso practica meditar, practica yoga, para éso canta, para frenar la mente y vivir el presente.

¿Cómo se saca el miedo a vivir que ha heredado? No hay nadie a quien culpar. El correr tal vez se lo enseñaron sus padres, y a ellos sus abuelos... Respira, piensa, lo vuelve a intentar...

Miedo a la enfermedad, a la vejez y a la muerte.¿Las tres señales que enfrentó Siddhartha cuando salió del palacio?

"Según los textos budistas, cuando Siddhartha nació se le profetizó que se convertiría en un poderoso rey o en un gran líder espiritual. Su padre, temiendo que se convirtiera en lo segundo si se exponía al sufrimiento del mundo, le protegió de ver o experimentar algo desagradable o molesto durante los primeros 29 años de su vida. Un día (o en el transcurso de unos cuantos) se escabulló de las defensas de su padre y vio lo que los budistas denominan las Cuatro señales:

  • Un anciano
  • Un enfermo
  • Un hombre muerto
  • Un asceta religioso

A través de estos signos, se dio cuenta de que él también podía enfermar, envejecería, moriría y perdería todo lo que amaba. Comprendió que la vida que llevaba le garantizaba el sufrimiento y, además, que toda la vida se definía esencialmente por el sufrimiento de la necesidad o la pérdida. Por lo tanto, siguió el ejemplo del asceta religioso, probó diferentes maestros y disciplinas, y finalmente alcanzó la iluminación por sus propios medios y llegó a ser conocido como Buda ("despierto" o "iluminado").

Posteriormente, predicó su "camino medio" de desapego a los objetos sensoriales y renuncia a la ignorancia y la ilusión a través de sus Cuatro nobles verdades, la Rueda del devenir y el Noble camino óctuple".https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11767/siddhartha-gautama/

"Primera escena: la vejez
De forma tradicional, la historia describe la apariencia de ese anciano: un hombre débil, acabado, con una joroba en la espalda, con un cuerpo tan delgado que se le notaban los huesos y que se movía dando pasos cortos ayudado por su bastón. Tenía una larga barba blanca y los ojos llorosos. (..). Debemos recordar que, según la leyenda, Suddhodana (el rey padre) había apartado a Siddhartha (príncipe hijo) de forma deliberada de cualquier cosa que pudiera resultarle desagradable, incluida, por supuesto, la vejez. Entonces, cuando Siddhartha vio al anciano, de inmediato preguntó de qué se trataba.

Una tremenda impresión y primeras reflexiones

Se dice que Siddhartha recibió las noticias como un elefante que es azotado por un rayo y empezó a sudar fríamente por la conmoción. «¿De qué sirve ser joven”, se lamentó, “y tener vitalidad y fuerza si todos terminaremos tan frágiles?» Su corazón estaba abatido(...)

Segunda escena, la enfermedad
Todavía aturdido por la conmoción que le había causado su nueva experiencia, Siddhartha volvió a dar otro paseo unos días más tarde y otra vez vio algo que nunca había presenciado antes: un hombre enfermo(...)

Tercera escena: la muerte - ¿Acaso moriré yo también?
La procesión que presenció Siddhartha era como ésta y exclamó: «¡Qué extraño es eso! ¿Por qué lo llevan cargando de esa manera? ¿Qué hacen?» El cochero respondió como las otras veces: «Pues se trata de un hombre muerto». Tenemos que recordar, claro está, que la muerte era uno de esos asuntos que se le habían ocultado a Siddhartha y que, por lo tanto, estaba desconcertado con lo que escuchaba. (...) Todos los que nacen tienen que morir. Han existido millones de hombres y mujeres desde el comienzo del mundo y todos han muerto. Nadie ha podido escapar a la fría mano de la muerte. Es implacable. Es como el rey de todos». 

Situaciones existenciales ineludibles
En esos tres paseos Siddhartha se encontró con lo que en la actualidad llamaríamos «situaciones existenciales ineludibles», hechos de la existencia de los que no podemos escapar. No queremos envejecer pero no podemos evitarlo. No queremos enfermarnos pero a veces nos enfermamos. No queremos morir pero, querámoslo o no, moriremos. Entonces empezamos a pensar: «¿Por qué tiene que ser así?

Cuarta escena, la paz del renunciante
Siddhartha se encontraba bastante preocupado por preguntas fundamentales acerca de la vida y la muerte tras las últimas experiencias que había tenido. No obstante, decidió ir a dar otro paseo con su auriga y, en esta ocasión, vio a un hombre que tenía una apariencia diferente y poco común; llevaba unos hábitos amarillos y además tenía la cabeza afeitada. Ese hombre caminaba de una manera tranquila por las calles del pueblo, tocando la puerta de cada casa por la que pasaba, solicitando comida para ponerla en su tazón de mendicante. A Siddhartha le llamó la atención su paso tan sereno y compuesto y esto lo llevo a preguntar a su cochero: «¿Qué le ocurre a este hombre que parece tan tranquilo, en paz consigo mismo y con el mundo?» El auriga le respondió: «Es alguien que ha ido hacia adelante». «¿Cómo que hacia adelante?», insistió el joven príncipe. Su ayudante procedió a explicarle que era alguien que había dejado tras de sí la vida mundana y a su familia. Era alguien que había desechado todo tipo de ataduras terrenales, todo tipo de responsabilidades domésticas y de obligaciones sociales y políticas.

Siddhartha decide dejarlo todo." https://budismo.org.mx/las-cuatro-escenas/