viernes, 28 de febrero de 2020

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El lunes empiezan las clases por este lado del mundo. Empieza el año lectivo, los niños y sus maestras volvemos a la escuela. El verano con sus vacaciones cierra la puerta. Ya no volverán (por un tiempo) las playas, la arena, el sol, el río, las caminatas...

Todo es cíclico y las vacaciones tienen sentido porque no son todo el año, ¿cierto? Igual éso es el relfejo de mi sociedad y mi cultura.

Me encantaría estar volviendo de haber pasado el día en el río. No sé, la vida es un misterio.

Que pases un hermoso fin de semana, aprendiendo a aceptar, a estar e equilibrio con lo que la vida tenga para vos. Sos fuerte, sos serenidad, sos amor.

Te regalo una canción.

"Seventeen" de Sharon Van Etter


martes, 11 de febrero de 2020

Amor incondicional

El amor más incondicional que conozco y vivo es el que me dan los animales.
Especifica y actualmente el de la gata Magnolia. Ella nunca me juzga, no se queja, no me reclama. Me llena de amor con su presencia sutil, pacífica y libre. Ama estar en el patio (dándole justificación a su nombre) sobretodo en verano.

Me molesta que digan que las gatas se ofenden. Me parece ridículo. Se pueden enojar, sí. Ofender implicaría que tienen un orgullo que los gatos o perros conocieron que no tienen. Son nobles, perdonan sin la necesidad de que les pidas disculpas, no encierran resentimientos.

Los animales, tristemente llamados domésticos, nos traen paz, nos muestran la plenitud de la vida, la aceptación de los ciclos de la vida, muerte, vida, nos enseñanan a aceptar el viaje de su Alma a la siguiente dimensión. Son amigos incondicionales en un mundo lleno de prejuicios, engaños y dolor.

Ama a los animales, nosotros los humanos también somos animales.

Nos hemos alejado tanto de la tierra y de sus ciclos viviendo en el piso 10 de los edificios; nos hemos vestido con ropas incómodas creyéndolas glamorosas y cuantas cosas más para enumerar.

Todos somos uno.

Bel Vaucelles

PD: No, no tengo hijos...



jueves, 6 de febrero de 2020

"Me quiero ir a casa"

"Me quiero ir a casa".

Esa frase se le posa en los labios sin pensarlo. Brota, nace, crece.

Puede estar en su casa, en la habitación donde duerme (que fue también la de toda su infancia) y mumurar esa oración, ese pedido.

Lo cual habla de: ¿cierto sentimiento de inseguridad, de abandono, de rechazo, de miedo?

¿Cuál es la génesis de esa frase?

Desde chica sintió ese condicionamiento femenino a agradar y un ahogo en el clima familiar que le dificultaba soltarse y como mecanismo de defensa aprendió a retrotraerse, a desconectarse del afuera, a cuidar sus palabras porque podían ser usadas en su contra. Esa jaula, la ahogó, le impidió volar por un tiempo.
Hasta que un día vio que la llave para salir de su cárcel estaba en su mano; primero abrió la reja, la ventana, dejando entrar al sol y de su mano al primer amor romántico.
Bel Vaucelles