Les dejo otro de mis cuentos, ojalá les guste.
La estrella fugaz
Camila se despertó en medio de la noche. Quería ir a ver las
estrellas. Se levantó lentamente de la cama haciendo el menor ruido posible.
Salió por la puerta de atrás de la casa mientras sus padres dormían. Hacía
mucho calor ya que era Enero en la provincia de Buenos Aires.
Al caminar sentía el roce de la tierra en sus pies desnudos.
Quería ver brillar los bichitos de luz y mirar a los búhos. Estaba segura que
esa noche habría una lluvia de estrellas fugaces. Se lo había contado un
pajarito azul al que se había acercado esa tarde. También le había dicho que
debía adentrarse en el bosque y llegar al claro central. Sólo desde allí el
deseo que pidiera se haría realidad.
Cuando llegó al linde del bosque se quedó parada mirando,
tratando de ver a través de la espesura
de los árboles. Finalmente se animó a dar el primer paso. Camino y cuando
sintió la presencia de alguien más vio que un búho la miraba desde una rama.
Seguía volando cada paso que ella daba. Divisó el claro y se sentó en una
piedra. No tenía miedo sabía que esa noche era mágica.
Camila deseaba tener una hermana
gemela. Creía que otra persona igual a ella sería la única que la entendería y así
dejaría de sentirse sola. Su hermano ya no jugaba con ella como antes y su
hermana, no lo solía hacer. Miraba el
cielo casi sin pestañear. De repente la vió: una estrella fugaz y deseó: “quiero
tener una hermana gemela”. La estrella en vez de alejarse se acercó más y más a
ella. Hasta caer a su lado.
De esa piedra dorada empezó a salir una cabeza, seguida por el cuello y los
hombros hasta aparecer una figura dorada completa. Era más alta que ella, la
cara era parecida y llevaba el pelo corto y suelto. Le dijo: “no te sientas
sola, estoy siempre con vos. Por eso hoy no sentiste miedo al recorrer el
bosque de noche. Mi nombre es Intuición. Escuchame siempre, soy la voz que te protege y te guía”.
Le dio una piedrecita dorada y le dijo que cada vez que
tuviera miedo, se sintiera sola, angustiada o triste, tocara la piedra,
imaginara su cara y encontraría su ayuda y contención. Le dio un abrazo y
sintió como se fundían juntas.
Cuando Camila abrió los ojos despertó en su cama. Estaba
segura que no había sido un sueño, que Intuición era real. Empezó a buscar la
piedrita dorada y finalmente la encontró debajo de su almohada. FIN
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