lunes, 16 de noviembre de 2015

Fanatismo

        El fanatismo hiela nuestra capacidad de vincularnos. Torna árida nuestra sensibilidad. Nos regresa al recelo más arcaico y frustra nuestra creatividad. El fanatismo se nutre de miedo y restringe libertad.

        El fanatismo no está en lo que decimos, sino en cómo lo decimos. No está en lo que hacemos, sino en cómo lo hacemos. No es un tema de opiniones, sino de cómo se opina. No se trata de qué se piensa, sino de cómo se piensa. No es un tema de ideas, sino de supuestos perceptivos.

         Opiniones, pensamientos e ideas son importantes, incluso valiosos, pero secundarios. En cambio, la calidad de los supuestos inconscientes, la vibración de las creencias, resultan primarias y condicionan a nuestras opiniones, pensamientos e ideas.


         El fanatismo no es propiedad de ningún clan, de ninguna tribu, de ninguna raza, de ninguna etnia, de ningún credo religioso, de ninguna ideología política. El fanatismo es una pesadilla del corazón de la humanidad.

Para leer el post completo ir a: Alejandro Lodi


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